Oye en el Alarido de la Tarde,
el Timbal de aquel Poniente que se estremece...
Oye, es sutil y distinto
y al unísono versa
el Fervor de una Ardiente Primavera
que en mi Sur
ya asoma sus yemas y Latidos...
Oye las Olas y el murmullo de los Mares
que entre Hondos
azares Perjuran ese Aullido que jamás Declina...
Espantados, espantan las graves Voces que te acechan...
Temibles, crecen...
Oye esas Olas Malheridas,
Que en Crudo Silencio callan...
En el Océano Hondo y Sombrío
de mis lágrimas
que ya no existen,
Sé que no volverá aquella Flor con Espinas
a morder mi Alma en Perjuro y Maleficio...
Quizás al candente Sabor Amargo de estas Letras:
Podrás levantarte, Poeta
de tus Grietas
y de la masa Bestial de tus Abismos...
(Patricia)