Desgaja sus vestiduras
como las hojas de un árbol
cuando azota fuerte el viento.
Y como el viento, con garbo,
grita siempre petulante
que es un ángel, tal vez santo,
o a lo mejor, guerrillero.
¡No, él es revolucionario!
Lo grita a los cuatro vientos
lo grita del diente al labio
pero le teme a los truenos
a la lluvia y al barranco
donde desnudan los huesos
muchos hambrientos gusanos
que se arrastran por el suelo
pestilentes, putrefactos,
invadiendo socialmente
y apestando como guano.
Les contaron las historias
de cuando cayó aquel rayo
que iluminó la esperanza
de un pueblo atemorizado
que levantó la cabeza
y en la garganta su canto
con el hambre de justicia
y su grito libertario.
Pero jamás han vivido
ni escuchado un ruin disparo
que se clavó en las extrañas
de los cuerpos que han sangrado
y abonado bella tierra
donde pájaros volando
cruzaron otras fronteras
huyendo de los disparos
abandonando trincheras
¡temerosos, asustados!
regresando con el tiempo
cuando no había bombazos...
¿Con espíritu de lucha?
¡Vaya cosas que han pasado!
Y desgaja vestiduras
como las hojas de un árbol
que se caen, que se vuelan
desnudando el gran teatro
que a lo largo de la vida
hábilmente lo han montado
para bien... ¿sus intereses...?
¡Qué se vayan al carajo!
Viven de la verborrea
y del ser, manipulado,
que le sigue y que le cree
y acompaña bien su canto
con finísima retórica
que le viven alabando
sin ver las realidades
que se arrastra cual gusano.
Ya vendrán amaneceres
y otros pájaros cantando
decididos a la lucha
con el pueblo organizado
con la sed de hacer justicia
con su sueño libertario;
esos sueños que han vivido
y han sido pisoteados
con escarnio y con sandeces
que han causado tanto daño.
Y en las aguas de esos ríos...
¿Cuántos más se irán bañando?