Cosas de invierno
Todo puede preverse en el invierno,
la remolona fe, que te recuerda
y el calorcito necio, de tus besos
que, solo, existen en la imaginación.
Si me salgo a la calle me persiguen las puertas,
por eso llevo prisa y me tropiezo, siempre,
con la risa burlona de los transeúntes;
yo me hago el que no entiende
y les devuelvo la sonrisa, con otra
más cruel, que la que ellos me ofrecen.
Ahora estoy sentado, fingiendo que medito,
a pesar de este ruïdo, que todo lo entorpece,
pero en realidad estoy dictando un poema
a esta memoria que no entiende de versos.
Mañana que lo escriba, ya no dirá lo mismo,
posiblemente tenga que inventarlo de nuevo,
pero esta vez sin puertas que me sigan,
sin fantasmas de besos y sin la fe
remolona, que te recuerda, siempre.
cuando mejor me salen las mentiras
y van... y abrazan... al invierno.