Escribirte a ti hermano
es rememorar el pasado,
cuando, con tierna inocencia
silbabas debajo de la mesa.
Es ver tu interior curioso
iluminar nuestros rostros,
danzar con tu alegría
o celebrar tu picardía.
Eterno pajecito
jugabas al caballerito
en las bodas y aniversarios
en tus años parvularios.
Mi hermano, has crecido
pero tu niño no se ha ido,
con las mismas piruetas
me sigues dando vueltas.
Te convertiste en ingeniero,
vas construyendo con esmero
tu vida… prometedor futuro
para tus muy queridos frutos.
Ayer, pantalones cortitos
travesuras con fosforitos,
mañana, mi apoyo más fuerte
¡gracias al cielo por tenerte!
© Mirna Carranza