La noche bien marcada de un cielo misterioso,
refleja en sus pupilas luceros encantados,
de muchos que se miran y siguen los costados
sabiendo que persisten del Todopoderoso.
Los labios de una dama meditan lo gozoso
que bien se lo imagina cualquiera enamorado;
la noche es un motivo que brinda con cuidado
el sueño de un poeta valiente y amoroso.
La dama con la noche sujeta cada sueño
corriendo en el espacio la lucha misionera
de la que un joven diga: —¡yo quiero ser tu dueño!
Y a todo lo consciente redime su carrera,
pero sin importarle si es grande o muy pequeño
se pasa meditando toda la noche entera.
Dux Den