Me postro a los pies de la suave brisa,
que te trae hacia mí,
que me acerca a tu mirada,
para contemplar la risa de las flores,
que se extasían de tu rostro,
como la primavera, del brillo de tus ojos,
disfrutando la luciérnaga,
que corona la luz del día.
Me postro ante el río,
que refleja la luna de abril,
que te hizo mía,
prolongando la vida,
guardada en el silencio de los años,
entre la calma y el abandono,
de la niebla que nos cubría,
en el crepúsculo de nuestra existencia.
Me postro ante el amanecer,
que transforma el alba en esperanza,
sobre la cima de los sueños,
que perforan las rocas del olvido,
con tus manos sobre mi cuerpo,
prolongando el latido,
en la quietud de tu pecho.
Me postro ante ti amada,
para escapar del mundo,
sobre la brisa suave,
que brota de tu boca,
consumiendo la nieve,
y el frío de mis huesos,
para escribirte un poema,
con el vaho tus besos.