Lágrimas caen del cielo...
y el viento, voz de gigante,
con su silbido bramante
robándose va el anhelo.
El río nos trajo duelo
con su corriente constante
dejando luto al instante
dejándonos desconsuelo.
¡Qué tristes se ven los niños,
las mujeres, los ancianos,
cuando pasa el huracán!
Y también, sufren veranos,
muy carentes de cariños...
y hasta de un trozo de pan.