Deambulando
por
los bucólicos pastos de mi alma.
Arrasando madrigueras
de
malentendidos,
vuelvo a invocar
soñados paisajes.
Empalizadas
de
dèjá-vus
no impiden
ya
un innegable porvenir
de
eternas perspectivas.
Grilletes
de
temida impotencia
se abren,
tan sólo pensar
me
fuera consentido
volver a amarte.
Liberado
de
un pasado repleto de grises,
haré que florezcas
en mi “polder”,
al adorarte
con
novicia devoción.
En
‘nuestro’
nuevo paisaje
serás por siempre
mi
singular
privilegiada
flor.