Yo no escribo para enamorarte, soy yo el que estoy enamorado, de tus letras
cada cosa que hago refleja esa luz, ese amor desconocido, que cabalga en tu latir.
No, no quiero enamorarte, quizá compartir mi amor contigo, esa forma de poner a bailar mis letras,
que dejes de ver la vida por una rendija y veas todo de un color enamorado.
A veces mi pluma, busca pretextos en tu mirar, alguna frase en tus labios; juego a atrapar suspiros
y junto al latir de tu corazón, pongo las primeras estrofas de una canción de madrugada y tú la escuchas
sueñas con ir muy lejos, acompañar el vuelo del Quetzal, probar en tu cara la libertad del viento
para regresar mañana con otra ilusión, trayendo quizás heridas de guerra que sanan al volver a volar.
Siempre estoy pendiente de lo que escribes, al leerte, brotan las palabras, interpreto tus mensajes
Recibo tu latir y voy hacia el caballete y dibujo tu sonrisa, el claro de tus ojos y pongo a sonar la canción. Aquellas primeras letras que compuse para ti, a los dos segundos de haberte conocido y que para el tercero,
Ya habitabas en mi pecho y desde entonces sigues ahí, irradiando toda suerte de poesías, canciones y boceto, siempre soñado
Señora mía, mi poeta inspiradora; manifiesto y doy testimonio, del cataclismo que forma su mirar
me ha despertado de un letargo, del desamor que pauso mis sueños y me dejo en desvelo
Jugando con las letras, ha hecho revivir mis sueños y despertado el viejo idilio. Siempre soñado,
Me siento bien en el cobijo de tus letras, pariendo poemas de madrugada, cantando canciones.
Al cerrar mis ojos, imagino que con tus letras tocas a las puertas de mi corazón
Me haces subir a la montaña más alta de la esperanza, para divisar tu encuentro,
¡No me puedo resistir!, no podré sobrevivir otros poemas más, quiero amarte,
soñando que eres real y no una quimera, como todos mis poemas
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO