Hasta luego, muchacha. O hasta nunca.
¿Cómo será el amor en la otra vida si no existe el dolor
y no hay suspiros
por falta de tristeza?
¿Cómo serán los celos y ese instante después
de haberte odiado en que apareces
más bella todavía?
Mi egoísmo me lleva a imaginarte averiguando
mis cuerpos sucesivos,
buscándome en las cosas que aún conservan mi pudor y mi nombre
y yo, seguramente,
también pensaré en ti de vez en cuando,
registraré milímetro a milímetro los rincones del cielo
hasta que encuentre
un rostro igual que el tuyo
con tu mismo sabor,
tu mismo olor,
tu misma intensidad de penetrarme
cuando cierras los ojos.
Hasta luego muchacha. O hasta siempre.