Mujeres de piedra y caliza, barnizada de piel
niñas pegadas a las banquetas, dibujando estrellas
seres de verdad, de carne y hueso solo vestidas
para ser desnudadas, con botas y minifaldas
total, entalladas y a talla de gustos y crueles miradas
la ironía de desear y ser deseada termina por dilapidar
la juventud de sus ojos y de sus vientres
y el candor de sus pechos turgentes terminan por envolver
solo el vicio de la piel por la piel a cambio del vil metal.
Mujer de cristal trasparente y vacía como la copa del placer.
Mujeres en venta al oferente de una moneda o un billete
mujeres completas, palpitantes, agitadas, batientes
a las que se les extravía en su marcha la noche.