Callo
Callo,
y mi silencio se desvanece
en la inmensidad oceánica
de tu mirada,
en la eterna primavera
de tú cabellera,
en tú esfumada sombra
cuando declina
la tarde.
Callo,
y siento
los murmullos
cercanos de tú voz
cual menudas gotas
de rocío
en el envés
de los geranios,
en los florecidos jazmines
de tus manos.
Callo,
y en el detenido
tiempo
me sostengo
de tú recuerdo,
en las inconmensurables
ansías
de tenerte,
en el eclipse solar
de tus pasos,
en los albos amaneceres
de tus pupilas.
Callo,
y en las evanescentes
madrugadas de tú cuerpo
me estremecen
tus latidos,
y en el bonancible
viento
de tus mareas,
convertido
en sereno mar
habito
en ti.
Callo,
y mi voz ausente
te pronuncia.
Malco.