Igual de malo es tener falta de vista
que ver el detalle en demasía.
Para lo primero, gafas y lentillas y conducir como un abuelo;
Para lo segundo, taponarse uno la boca y guardar bien el secreto.
Para lo primero, oftalmólogos acreditados.
Para lo segundo, acariciar a las rapaces y disfrutar del vuelo en compañía.