(soneto)
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Florecen los cerezos por las calles,
—demuestran de lo efímero y lo frágil
la pureza infinita de su sangre—,
cuando en la primavera nos visitan.
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De sus tonos rosas cual muselina
teje su fino traje el mes de marzo,
se desprenden estambres de su sangre
desgajando sus pétalos al viento .
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Son como un dulce beso fragoroso
los cerezos en flor que se desprenden
hilvanando una alfombra con sus pétalos.
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—Cómo un noble cerezo es nuestro vida—,
rara, frágil, efímera y volátil;
raudo madura el prístino cerezo.
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Azul de cianuro.