Llegas a mí, en el susurro tibio del viento, flotando entre palmeras, con el ritmo del oleaje.
Llegas a mi, en la montaña helada, que guarda en lo profundo su volcán de fuego.
Llegas a mi, en la flor que sale en la autopista, indefensa y sobreviente.
Llegas a mi, en las miradas de tus ojos, que esconden las luces que delatan.
Llegas a mi, con el recuerdo de tu piel desnuda sobre sabanas blancas. Llegas a mi en el sueño de madrugada que palpita en la locura inexplicable. Llegas, con el sonido de tu voz, Con el sabor de tu boca en mi beso. Me llegas, con las gotas de lluvia sobre los cristales y bajo el sol de mediodía.
Me llegas, desde adentro del corazon, donde quedó tatuada tu morada.