Mis hijos son motor
que enciende en la mañana,
motivo y fundamento
de todas mis jornadas.
A veces son el viento
que borra toda calma,
a veces son la brisa
que te acaricia el alma.
El rumbo perdería
si un día me faltarán,
por eso a Dios le pido
que no desgarre mi alma.
Que me dé fortaleza,
valor, coraje, garras.
Y pueda estar con ellos
hasta que tengan alas.