Tan sabio y sensato, muy meditabundo
viajaste al mundo con sueño inmortal;
y toda la gnosis dejaste en tus versos,
los mil universos del don celestial.
Presagio y prodigio, Rubén generoso,
poeta famoso, conserje real.
Las musas saludan tu lira y tesoro
que van coro a coro; la tierra natal.
América aclama tus dotes de acero,
así el mundo entero te nombra gentil.
Y yo, compatriota del pueblo pequeño,
pues nombro a mi empeño, pequeño fusil.
La fuente la diste preñada en tus dianas
y Prosas Profanas pintó la emoción.
Azul y sus cuentos dieron modernismo,
dejando en ti mismo la gloria y el don.
Maestro te nombra la gente abolida
que diste la vida con gran ejemplar:
leíste la Biblia, también el Quijote,
¡que genio y que dote, pues vale soñar!
El libro te dijo: Cantos y Esperanza;
la gloria y la alianza de la juventud.
Audaz y erudito, resumen tu arte
y el gran estandarte de la plenitud.
Así en Epístolas nos diste lecciones
que hoy son deducciones del bello París:
poeta y escritor, lo narra la España,
tu espada y tu hazaña; Francisco de Asís.
Dijiste sincero que Chile glorioso
se alzó victorioso del verso inmortal.
Abrojos nos pinta la gente latina
que desde Argentina fueron ideal.
Son muchos países que gritan tu nombre:
«¡Rubén es un hombre que paz invocó!»
Son muchas tus obras y sublimes letras
que en vidas penetras hasta Jericó.
El mundo te aclama, recita tus versos
de temas dispersos: «Alí, el oriental»
y grita la gente: «¡que viva Darío,
el genio bravío con don celestial»!
Samuel Dixon