A mi prole quisiera decirlo,
Aquí escribir en el sigilo,
El frágil secreto del bien vivir,
hasta que puedan, en la paz, morir.
Desde mi primer hijo aprendí,
Que, al despertar desde temprano,
Puedo pensar hacerlo; comprendí
La voluntad, por ser mejor humano.
El coraje eligiendo camino,
Con el valor que siempre les di;
En la luz de la verdad los animo,
A creer eternamente, les concedí.
Amados míos. Hay que ir, pedirlo,
si al gran Dios, el don de reír;
Para, al fin, en el cielo residir.
Y desde nuestra alma, recordarlo.