Me miras, y nada
me dices,
solo me miras,
con tu mirar extraviado.
Tu ausente mirar.
Una vez me dijiste,
que si te llegaras
a animar,
podrías llegar
a matar.
Te referías
a mí, ¿verdad?
Pues no pierdas
esta oportunidad.
Aquí me tienes,
indefenso y enfermo.
¿Cómo quieres
matarme?
¿De una puñalada,
o envenenándome?
Como sea que fuere,
piensa que yo
he de agradecértelo.
Porque esta vida
que vivo,
ya no es vida.
Te aseguro
que prefiero
la muerte.
¡La muerte, sí!
Deja de clavarme
esa, tu mirada.
Si no quieres
que más viva...
¡mátame!
Prefiero la muerte,
antes que estar
muerto en vida.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 11/10/2014)