Era una de ésas tardes de otoño
entre las brumas de la soledad
perdido en el grito del silencio
deambulaba por el viento vespertino.
Te buscaba en el aroma floral
en el llanto de las madrugadas
confundido entre las ilusiones
y en sublimes sueños eróticos.
Era quizás una tarde antojadiza
una tarde alegre y juguetona
caminando por senderos poéticos
nuestras almas se encontraron.
Y se hizo la luz
las flores abrieron sus corolas
y regaron sus colores y aromas
coqueteaba el bizarro eros.
Y aprendí a escribir versos
a cantar serenatas en silencio
a soñar sin cerrar los ojos
aprendí a amar.
Desde entonces te hice un altar
aprendí una oración con tu nombre
y arrodillado frente a un sueño
aprendí a amarte.
Lima, octubre 17 del 2022
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