Maldito tiempo que te tragas mis días,
voraz hambre de mis penas y alegrías,
eco perenne que me sabes a muerte,
no tienes fronteras ni distancias lenas,
carcelero que dictas sin piedad las horas,
eres silencio que arropa el pasar sombrío,
eres angustia, eres suplicio y a la vez olvido.
Bendito tiempo alevoso que me das alivio
te tragas mi llanto sin reclamo alguno,
plateas mi sien coronando mi orgullo.
Andrés Romo