Oh ya sucede y has empezado,
puesta está la espada en tu casa.
Los rebeldes te aborrecen
y se nos han levantado
moviéndose mientras dormimos.
¿Hemos de ser culpables
o ha de cumplirse tu palabra?
Porque incambiable son los tiempos
en nuestra corta estancia.
Ten misericordia oh Jehová
y da vida a estos huesos
que se secan en la frialdad.
Que ya los ríos no surcan
y la siembra es escasa
y los segadores palidecen.
¡Ay! que en nuestros ojos se mofan
¡Ay! del que caya y no exhorta
Mejor la vaya que juntos en muerte
Mejor la contienda y salvar el alma.
¡Oh! levanta a tu esposa
y que tus hijas la vistan
y de tus hijos la espada.
En la testa el yelmo
y en la enagua los frutos
de un llanto santo.
¡Oh! quién pregone tu venida.
A Juan ya te has llevado.
¡Levántanos como de nazareato!