De temple envidiable, corazón guerrero,
tan digno y sincero con gran ideal;
luchaste constante contra el cautiverio
dejando al imperio perdido en su mal.
Pues siempre supiste tallar el camino
de aquel campesino valiente y audaz.
Muy digno tu nombre sedujo a la aurora
que piensa y que adora la busca de paz.
Y fue en las Segovias la lucha aguerrida,
que, dando la vida, sembraste el amor.
La gran Nicaragua te grita con gloria:
«¡Sandino es memoria de lucha y de honor!»
Seguimos tu ejemplo con la algarabía
de noche y de día con pleno ideal;
y grita la gente la viva consigna
tan fuerte y tan digna: «¡Sandino inmortal!»
Samuel Dixon