En aquella senda amarga y fallida
donde mis libertades doblegaste
cada cruce, es aroma que dejaste,
cada pared, ¡mentira y despedida!
Tu laberinto inició mi caída,
en donde latidos arrinconaste
con mis tontos sentimientos jugaste;
en un frío callejón sin salida.
Preso en tus intrigas, de tu silueta,
en estas tardes mustias donde muerdo
mis labios tímidos y mi alma inquieta.
Preso en tu espejismo, cuando me pierdo,
cuando te hallo y me sueltas en la grieta,
en el bucle abismal de tu recuerdo.
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