Un adiós definitivo
siempre duele en las entrañas
si es que corta cual guadañas
las raíces de un olivo.
Con dolores sobrevivo
a esas cosas nunca extrañas
que lejanas o aledañas,
duelen por algún motivo.
Un adiós siempre conmueve
y te agrieta el interior
cuando estás lleno de amor
y las fibras te remueve
si profundo es el dolor
que al descanso eterno lleve.