El grumo,
en su extendida melancolía,
cubre de la cama
su inmóvil madera.
Percibo de ésta
un delgado olor
a uva fermentada,
a humedecimiento agrio,
a siglos
en el tiempo detenidos,
a abismos
en donde asoman sus cabezas
innumerables
comerciantes
de la carne.