Se infiltran en mis sueños
las esfinges.
Con acrobática aprehensión
en las noches me persiguen.
Descalcifican la unión de unos gametos.
Y descalifican la cesura en mis sonetos.
Están por todas partes las esfinges.
Confundiendo los homófonos
con los homónimos.
Y los homófobos con los homínidos.
Estrictamente apegadas a la norma
siembran terror en las corazas aprendices
de lenguas muertas que en crematorios
angustiosas se demoran.
Las esfinges no se combaten ni se contradicen.
Metafóricamente se enamoran,
—y…
se les hace el amor.