Desequilibrios incomprensibles
Cansancio del espíritu y del cuerpo
Cansancio de uno mismo
Ojo que escucha y siente
No más observación
Estamos cerca de un colapso que se acerca
Seremos los pioneros de una época violenta
No habrá exilio que valga
Ni convicción que alivie estas heridas
Estamos cansados de llevarnos a nosotros mismos
No somos dignos de ninguna herencia
Porque le tememos a la vida
Existe un terror que inoculado está en nuestra mente
Un despojo que no podemos controlar
Una mirada del mundo que nos aleja hacia lo profundo
Y no hay más esperanza
Y no sabemos leernos ni a nosotros mismos
Siendo tan fácil el error que disipa nuestra alma
Y hay furia que ya no debe de ser reciclada
Un grito que no admite más ser ahogado
Una lágrima que ya no alivia
Es pues desesperada también esta calma
Es inquieta esta rutina de comprender la rutina
Entre caracteres que desgastan virtudes
No sabremos nunca lo que queremos
El deseo no se satisface nunca
Y solo nuestro pecho se convierte en un vacío más oscuro
Qué importan las palomas o la calma
Ya no hay paz que sea contemplada
A menos que se desgarren las miradas del pasado
A quién se debe de pedir perdón
Si el futuro que se avecina no tiene nombre
Y ya no podemos inventar más un consuelo