Hubo un hombre afortunado como pocos
en quien Dios puso talentos,
y su alforja atiborró de bienes
y lo inundó de dones,
y una heredad de valor incalculable
puso en sus manos,
para saciar a miles y diezmiles...
Tu eres ese hombre...
Hubo un hombre afortunado como pocos
que entesaba el arco de las artes,
y blandía la espada de las letras,
y atemperaba el arpa;
y la gracia de Dios fue manifiesta
en su erudición preclara
y su hábil dialéctica...
Tu eres ese hombre...
Hubo un hombre talentoso como pocos.
que pensó que lo del amo era muy suyo,
y al perder la perspectiva diáfana
en sofismas y excusas se deshace
y nada en el error cual vacuo náuta,
más se proclama incontestable,
oh impertinencia crasa...
Tu eres ese hombre...
Hubo un hombre bendecido como pocos.
rodeado de amigos que le amaban,
más prefirió al enemigo artero,
y a los primeros despachó vacíos
y a los segundos los hinchió de bienes.
Y apostató de los valores puros,
y se llenó de orgullo...
Tu eres ese hombre...
Hubo un hombre insensato como pocos,
que prefirió la conseja de los malos,
y desoyó la admonición del bueno,
y no obstante el reclamo consecuente
de quien puso en sus manos la heredad,
alucinado insiste en su sapiencia
cavando pertinaz su propia tumba...
Tu eres ese hombre...
Y cuando advierte, ese tal, el descalabro,
y el propietario que le exige cuentas,
aún no ve su impertinencia infáusta.
Y persiste en la sábana buscar
la fiebre que carcome efervescente...
Siervo necio!!!, no ves que a grandes males
se le cercena de raíz si es que deseas
el patrocinio de tu amo vindicar...!!!
R. Gruger / 11-6-83 (a un recordado amigo)