En estas manos se desborda un volcán de anhelos rotos.
Por este cráter desdichado,
amargas coladas de hiel perlado.
Se enfría plutónica la magnetita
orientada hacia los vórtices de la nada.
Quizás en episodios más basálticos
se puedan erigir las columnas esperadas.
Quizás se torne arena oscura este lapilli
en superficie de la cama del sádico faquir.
Sólo, el tiempo conforma la forma
triturando, agua, sol y viento
y algún que otro animal
indiferente a su pezuña o excremento.
Sólo, con un trompo que no sabe de otra cosa - orbitación centrípeta y elíptica -
Guardando con celo mis planos inclinados.
Con dichosa rebeldía.
Rabieta contenida, gritos de angustia y alegría.
Calculando las distancias en años luz
y las velocidades en kms/segundo.
Clamando al cielo que me arroje uno de sus millones meteoritos.
Capaz de derretir por fin y de una vez,
toda vida previa, toda erupción insípida,
que remueva corteza, manto y núcleo.
Y me devuelva el caldo de cultivo,
una fetal sopa donde flotar en el infinito,
con nombre de mujer; si quieres...
Pangea.