Con tu silencio vivo y
con tu silencio muero.
¡Oh! Hoja descendiente de los dioses
que cuelgas majestuosa
de la grandeza del árbol de la vida,
sin importar siquiera
lo que vendrá mañana.
En ti hay mudez de sabiduría,
pero no deja de haber divina energía,
y acompañada de tu majestuosa solemnidad,
rindes tributo a la madre naturaleza,
que te hace escuchar el rugido del trueno
y de la tala cruenta,
¿acaso será la destrucción del planeta?
Sé que percibes la grandeza de vida
y difícilmente yo me detengo en ello.
¿Es acaso éste un mundo ciego?
¿Con ojos que no ven?
¿Ni lengua que no agradece?
Pues ahí sigues hoja, de pie, enhiesta,
A pesar del color bronceado
y solitaria entre las demás.
Y yo en el mundo de las irrealidades.
¡Salve oh inmarcesible hoja!
Que tu descanso sea a la vez,
el mismo retorno.