Distinto al que sobrevive
muriendo en el pesimismo,
-que triunfo sobre sí mismo-
obtiene el que muere y vive.
¡Qué cara la tierra ha sido,
para dos metros pagar,
de ella con tal vida impar,
que la muerte no ha vencido!
En la redondez del mundo,
donde un pájaro es violín,
su trino, fiesta sin fin
y su piar eco errabundo.
Y así como un pañuelo,
la oración testimoniante,
fija el paso trashumante
de nuestro pie sobre el suelo.
Soy puñito de huesos,
donde apretó mi padre
en la sangre de mi madre
su germen envuelto en besos.
Soy la sal apasionada,
que escribe extraña palabra,
como una llave que abra,
toda la historia guardada.
La petición matutina,
que pastorea la memoria,
mano que agita la noria
con su fuerza diamantina.
Todos los derechos reservados J.A.S.D. prohibida su venta, reproducción parcial o total con fines comerciales. Septiembre de 2010.