En los momentos en que el romance hace dichosa nuestra entrega, tú me preguntas el ¿por qué también se ruega?
¿Por qué se adora?
¿Por qué se llora?
¿Por qué se quiere?
¿Por qué se muere?
¿Y si hay motivos para quererse?
Para quererte no necesitas ser divina como diosa, ni necesitas el perfume de las rosas, ni ser radiante, ni ser esposa...
Para quererte, no necesitas poseer ningún hechizo, para adorarte yo sé muy bien que el mismo Dios me dió permiso...
Y si te entregas a compartir el mismo pan las mismas penas, a soportar mi pobre vida hasta la muerte, son mil razones para quererte...
Para adorarte...
Eddy Jurado.