Danny McGee

TE CONTEMPLO.

​TE CONTEMPLO.​

¡Qué hermoso día es hoy! Hoy es de esos días que te invitan a la vida, a captar que cada instante te descarga su sabor y a entender que la belleza en el mundo se respira.​
Amanece. Te contemplo... sé que aún estás dormida, y así vuelvo la vista a todos los rincones, a esos que nos vieron abrazados en la noche.​
Un reloj en el pasillo. Dos o tres cigarros. Las copas sobre el piano y el aroma de un incienso hace horas consumido.Tus cuadros y tus libros, las ropas esparcidas, y más allá una tele que se quedó encendida y que ahora me recuerda que no vimos la película.
Sale el sol. Los perros de la casa. Los gatos del hogar. Tus medias. Tu fragancia. Todo ahí, sobre el diván.​
La botella, nuestro vino, unas tintas en tu falda y la sed que compartimos que borró nuestras palabras.​
Nuevamente te contemplo y te logro imaginar. Quizás vas por un sueño de floridas ilusiones, de silentes sensaciones prometiendo mucho más.​
No lo sé. Lo desconozco, pero si algo tengo claro es aquello que ha ocurrido: que en tus brazos he vivido lo que no pensé existiera: la secreta primavera de dos almas escondidas.​
No me miras. Todavía estás dormida. Y mis ganas de abrazarte, de volver a ver tus pechos, son secretos que me guardo para no quitarte el sueño.​ ​
Simplemente te contemplo y detengo las caricias, apago aquel deseo de besarte nuevamente y de ser sobre tu cuerpo el que en fuego se convierte.​ ​
No despiertes. No me mires a los ojos si no sientes lo que siento. Duerme toda eternamente sin salirte del silencio. Yo te pienso… yo te pienso y te contemplo no esperando nada más.​
Te has ganado este lugar, el lugar que aquí en mi pecho te guardé por tantos años, y que anoche vio su gloria derribando las estrellas, porque noche así, tan bella, no se vuelve a repetir. Y es que si se repitiera no podría soportarlo.​
Nos amamos… nos amamos una noche de millones que pasaron, y en millones que vendrán no amaremos de este modo, porque ya no somos niños, ni tan jóvenes tampoco. Somos solo lo que somos y con eso me conformo.​
Pero espera… Sí. Despierta. Tal vez sea necesario que contemple tus pupilas, que vea que amaneces encumbrando una sonrisa o hablando simplemente de lo hermoso de este día.​
Ojalá… ojalá pronto despiertes y me mires a los ojos, porque, apenas tú me observes, yo seré un beso en tu boca, y seré, de tus placeres, el amor que te responda, y te diga, en este día, que hay un nuevo amanecer: que al inicio hubo dos almas que vivieron escondidas, pero que serían libres al amarse de una vez.​