La luna resplandecía
iluminando tu cara
con reflejos de alegría
que entraban por tu ventana.
Eran fulgentes destellos
que atravesaban el alma
al llegar a tus pupilas
cuando en la noche soñabas.
Con su magia y sus encantos
querían robar tus sueños
esos que me pertenecen
pues de tu amor soy su dueño.
Tu cómplice en la soledad
el sonido en tu silencio
pensamiento en esas noches
que con insomnio desvelo.
De esa onírica batalla
quizás salga perdedor
es tan fuerte su fulgor
que hasta mi amor avasalla.
Classman