Cuando lees, explorando mis poemas, de deliciosa miel,
Adrede he empavonado con jarabe dulce, toda mi piel.
Llegas a mí, como abejita sedienta, te estoy atrayendo.
Tu risueña boca, me hace cosquillitas y te acabo leyendo.
La pregunta es; ¿Quién lee a quién?
Yo leo, tu abecé en tus pupilas, que brotan de tus entrañas.
Álgida puerta, entre dos almas.
Quiero que vivas una experiencia conmigo.
Solo has lo que digo. Y después me cuentas.
Ven extiende tus manos…
Toca tu pantalla, que es, nuestra ventana.
Desliza tus dedos hacia abajo.
Lo aremos juntos, al mismo tiempo…
Es indescriptible, describir lo que siento.
¡Estás fría!
Estás temblando.
…Yo también.
Siente como nuestros sentidos interactúan en forma pasajera.
Saboreas mi verdad, catamos nuestras esencias, verdaderas.
Cuando lees mis versos, compenetrándote tan extasiada.
Finalizando mis versos, llegas al punto final muy iniciada.
Es mi adversario, ese punto final. Que me despoja, sin compasión.
Maldeciría ese punto final, pero me calla, con nueva inspiración.
Una nueva inspiración para ti. Mi motor, mi musa, que me ilumina.