Al bajar la escalera como todos los días,
de repente un recuerdo ha frenado tu prisa.
Una imagen de antes; las que habías bloqueado, humedece tus ojos, ilumina tu rostro, y se posa en tu boca, al igual que la brisa.
Con la fuerza increíble que brinda el equilibrio, de una rosa marchita , entre hojas de un libro; tus memorias de vida con perfume de historias, explotan en tus venas, sin piedad y con gloria.
¿Cómo van a entender lo que no han vivido?
Los silencios eternos, de segundos dormidos.
¿Cómo van a saber lo que el amor te ha hecho, si jamás han tenido corazón en el pecho?
Es como a la libélula, que nació está mañana y morirá esta tarde sin hacer reproches; sería más que necio que traten de explicarle , lo bello que ha de ser el brillo cautivante, de todas las estrellas al caer de la noche.