Cuando Whitman arrancó las hojas a la hierba
Cuando Whitman arrancó las hojas a la hierba
pensé nórdicamente que haría un té,
iluso ingenuo, el poeta se las fumó,
haciendo círculos con el humo
se creía un tren y desde la banca
de hierro forjado bufaba
y parecía echar más carbón
a la estufa y desaforado
pitaba sin detenerse,
sus ruedas echaban chispas
y los rieles al rojo vivo,
lo creía ciegamente,
sus ojos enrojecían
como lobos nocturnos
aminorando la marcha
hasta detenerse
en la imaginaria estación
y mientras los pasajeros abordaban
en una vieja libreta de piel marrón
escribía derramando versos sin parar.
...\"La última vez que florecieron las lilas en el patio
y el gran astro declino tempranamente en la noche del cielo
occidental,
lloré, y volveré a llorar cada vez que retorne la perenne
primavera.\"
Distante, con la mirada perdida, acariciaba su alba barba,
guardaba la libreta
y partía bufando
sus ojos inmóviles, fijos, parecían lunas rojas
y su pálido semblante llenabase de azules sonrisas de almíbar
y tarareaba viejas canciones aladas, dando la impresión de elevarse,
detenía la marcha y las ruedas chirriaban sobre los húmedos rieles,
estación de destino.
Pausado, tomaba otro puñado de hierba y ceremonioso la encendía
cual si fuera un ritual de oculta teogonía,
vuelta a la libreta leía:
...\" Yo canto al cuerpo eléctrico,
me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo,
no han de soltarme hasta que yo vaya con ellos,
hasta que les responda,
y yo les purifique y los colmé con la carga de mi
alma..\"
Volvió otra tarde de un frío gris cortante,
sacó las últimas hojas
que le quedaban a la hierba,
encendidas, sorbió de sus entrañas
y sus huesos crujieron
de contentos,
un viento sosegado de marinero aroma
envolvió su rostro cual cristales de seda
y una lluvia de esperanzas en menudas gotas,
anunció que en pocas horas caerían geranios y jazmines
y pétalos de rosas y un eclipse traería una tormenta de lunas
atadas con versos.
De su inseparable libreta leyó:
...\" ¡Oh capitán! ¡ Mi capitán ! nuestro espantoso viaje
ha terminado,
la nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado
el anhelado premio,
próximo está el puerto, ya oigo las campanas y el pueblo entero
que te aclama\".
Oscureciendo la tarde, aspiró dos bocanadas
de las hojas de la hierba,
acostado,
sobre el banco, se quedó dormido
entre sueños astrales y blanquisimos cisnes,
hecho polvo de huesos,
disuelto en sus versos de miel,
y pétalos de rosas,
y cientos de azules mariposas
y centelleantes luciérnagas
revolotearon
hasta el amanecer.
Malco.