Merodeos
Solían corretear
los silencios con su sombra
y entonar una música apenas ingenua.
Pensaba que sus lagrimas
podian desafiar desiertos
y que sus gritos callados
despertar tempestades de reflexión.
Y es que solo
creía que no tenia a donde ir.
Desafió los espejos a los que amaba
mientras anudaba otoños
en la frontera de su jardin.
Inventó la figura de aquel gato negro
que no existió
más que en sus sueños.
Y es que solo
creía que no tenía a donde ir.
Corrió por miles de senderos
sin conocer rumbo,
se sentía el tigre congelado
que se derrite cada marzo,
cuando se opacan las flores.
Llego al tropico
por la ladera de la montaña
y se ahogó en el mar.
Y es que solo
creía que no tenía a donde ir.
Creía que no tenía donde ir...
En verdad,
nunca descubrió por quien volver...
Anton C. Faya
Oct 2022