Acá con Laura López y Aristóteles Parra, respectivamente, mi yerna, mi hermosa hija, y mi hijo. Una pareja ejemplar a la que amo y bendigo en nombre de Dios, a quienes dedico estas letras:
No se aterriza
al llegar el avión,
sino cuando
lo que viviste,
lo exhalas,
entre lagrimas
de emoción
y sonrisas de gratitud.
Entonces decantas tu ser,
abrazas, amas
y cincelas caminos
tras el nuevo despertar.