J Alfredo MV

Atesoro

Andando cómodamente mis senderos,

cada momento disfrutado y

sufrido parece tan insignificante,

no es, si no hasta que adquieres

un momento de conciencia.

que estos momentos de gracia y de luz,

se convierten en valiosa esmeralda para la experiencia,

así como los momentos de oscuridad y desdicha

son robados de nuestra percepción

para volver a nosotros como un movimiento inesperado

que deja la partida en jaque y para el que solo se está preparado

utilizando esa pieza clave, ese comodín intrínseco

que la mayoría conoce como madurez.

Si bien no se trata de una pugna ni tampoco de mercar,

los recuerdos se han de convertir con el lapso de los años

en anécdotas y enseñanzas, valiosas para cualquiera

y únicas en sí mismas entre perspectivas tan individuales

de épocas complejas cual esmeraldas y rubíes ante el reverso de la carta,

que parece ése castigo que dios mismo o el universo mismo,

nos presenta, nos otorga. Los grilletes que sujetan

mas allá de este plano, nuestro brazo, nuestra pierna

y que solo se han de liberar cumpliendo la condena

y aceptando el castigo ya que al negarlo, siendo o no culpable,

cesan de tomar lo corpóreo para sujetar la mente y el alma