Quiero la luz de tus ojos,
el dulce fuego de tu boca,
esa agua viva que provoca
ser un amante en hinojos;
Ese viento de tus poros
que me llenan, niña hermosa,
de una fragancia de rosa
y es causante de mis lloros;
quiero aquella fortaleza
que a tu lado yo encontré
ese orgullo, esa grandeza,
de ser dueño de tu piel;
esa etérica presencia
que me llena de placer...