Acaso, alguna vez, quisiste
perdonar, y luego, olvidar.
Mas, sus caras, y sus imperfecciones,
te afearon siempre ese gesto.
No pudiendo hacerlo entonces,
¿a qué ahora pretenderlo, cuando
ya ha pasado el tiempo y nada está
donde debiera? Observa: el agua
cada vez se enturbia más, tornándose
su pureza, en légamo de río.
Acaso, alguna vez, quisiste olvidar,
y sin poderlo evitar, soltaste alguna
lágrima-.
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