En la ventana ya no hay lontananza,
sólo una oscuridad que inspira calma,
con sortilegios embriagando el alma
y llenando su seno de añoranza.
Afuera, el viento, en suave melodía
orquesta la macabra oscura danza,
los árboles aviando en alabanza
a la luna, radiante en lozanía
Las alturas recorre, peregrina,
la luna pálida como una diosa;
mirando nuestras vidas, silenciosa;
riéndose a oscuras de nuestra rutina.
Antes que llegue el resplandor temprano
la reina albina piensa en la ironía:
su reinado fenece con el día,
y en él se pierde su esplendor lozano.