malco

Dadme

Dadme tu espada de cortante filo

inextinguible flama de incandescente fuego

entregadme con sutil desmayo todas tus penas

y deja en mi tu escondido anhelo.

 

Huí temeroso al inhabitado yermo

alejándome de la ingratitud y el desconsuelo

bajo el zafir del sereno cielo.

 

¡ Oh vastedad de sueños !

rescoldos de hojas secas

piedra viva de mis empeños

que mi sentido obcecas.

En las ambarinas tardes angustiosas

cenizas turbias del olvido

denle la plenitud a mí alma ansiosa

que el infortunio cruel ha derruido.

 

Dadme,

un súbito momento de calma

a mi pobre soledad umbría

es una ciega luz que desalma

y a mis fuerzas oprimía.

Es una calle larga, angosta y solitaria,

sus orillas mudas piedras

de sombras negras brumosas

son espinosas hiedras.

 

Siento seas efímera ola

que en un instante nace y muere

barro frágil que se deshace

distante flor que no se abriere.

 

Siento desfallecer mis fuerzas

al comprender que no me ansías

y mi esperanza se desploma

cual misteriosas ordalías.

En el horizonte asoma

tu crepuscular mirada

y siento tu lejano aroma

en la niebla disipada.

Malco.