Un canto a la tristeza
Tristeza, cuando pienso
que te has alejado de mí,
de pronto vuelves acompañada
de ansias y congojas.
Cierro mis ojos carnales
y los abro en la profundidad
de tu melancolía que agobia;
dejando mi alma exhausta y sin vida.
Y yo te venero y te acepto con gran resignación, porque sé,
que soy como una pequeña brizna
la cual derrama lágrimas cristalinas
en honor a tu presencia.
Y si mi corazón fuese hecho de piedra
quizás no me conmovería
ante tu repentina llegada, sin embargo,
cuando apareces triunfante
mi corazón se derriba ante ti.
Y yo te venero y te canto canciones
cual jilgueros que trinan
al despuntar el alba;
te canto y te digo, ¡oh tristeza!
¡Oh tristeza mía!
Porque aunque yo me aferre
vehemente a mi alegría,
tú siempre ganas
y te posas muy altiva aquí en mi alma;
dejándola siempre fatigada
y sin aliento, para seguir
bregando contra ti.
Palabras del alma
Martha Humphrey
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