Se paró frente a mí,
inclinada,débil, obtusa...
me miró profundamente
como cobra ipnotizada,
sus cabellos erizados
como simil de Medusa,
zarandeaban con el viento
de la fría madrugada.
Su voz imperceptible
gritaba su silencio,
su palidez más pálida
parecía con el alba,
suspiré con su perfume
de desconocido incienso,
ella suspiró con el olor
que brotaba de mi alma.
Me abrazó tan friamente
como abraza el invierno,
yo quería abrazarla
como el sol de primavera,
y sabiendo que al hacerlo
nuestro amor sería eterno,
no creí que era el momento
y dejé que ella se fuera.
No conocí amante
tan fiel como la muerte,
que aunque la engañé
mil veces todavía me espera,
en los fríos inviernos
me acaricia la frente,
y pasiente solo aguarda
mi abrazo de primavera.
Pablo Berkell