Llueve. (Sextina)
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Llueve en mi corazón y cada gota
asemeja una lágrima dormida;
hay nostalgia, dolor y tempestad
donde un día hubo un fuego despiadado,
donde el cielo sembró sus decepciones
solo afloraron penas y añoranza.
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No me gusta sentir la añoranza
que nos deja la lluvia en cada gota,
porque todo me sabe a decepciones,
a tristeza y a lástima dormida.
Se siente ese aleteo despiadado
que deja acaecer la tespestad.
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Asota sin parar la tespestad
inundando su agua a mi añoranza
y remoja al quejido despiadado
con el frío sonido de una gota
en una tarde lóbrega y dormida
dejando un sin sabor de decepciones.
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Traigo un hilo de tantas decepciones
que presiento que soy la tempestad
que mi canora alma está dormida
hilvanando su manto de añoranza
al ver caer del cielo cada gota
con su vaivén furioso y despiadado.
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Me marcó el olvido despiadado
con las más desastrosas decepciones
que mis ojos al grito de una gota
dibujaron la hermosa tempestad
donde el burdo debacle y la añoranza
albergaba mi lágrima dormida.
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Con la lluvia despierta la dormida
pasión del firmamento despiadado,
el fervor y la sed de la añoranza
que invade ese compás de decepciones
cuando con estupor la tespestad
deja caer su ilusa y fresca gota.
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Esa pulposa gota está dormida
y suelta en tespestad su hoz despiadado
junto a mis decepciones y añoranza.
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Azul de cianuro.