Que diga la Nada
de qué silencio me está hablando.
Que lo diga
y yo me comprometo a escucharla
desde el fondo y la forma
de mi pensamiento dolorido.
Que me diga el mal si es cierta
esa inefable ternura de sus cicatrices
Que lo diga
y yo me comprometo repoblar el desierto
con plumas de colores.
Que me digan las estatuas del olvido
si mi ciudad ha muerto en el destierro
Que lo diga
y yo las vestiré de música
con el canto de los pájaros.
Hay un eco alborotado
en el silencio de los compromisos,
un jardín de llamaradas imposibles
en el llanto contenido por tu ausencia.
Que diga el Ser su epifanía
ante los portones del Mal
y que escuchen mis estatuas crucificadas
en el eco alborotado de la luz.
Acaso la eternidad
ya no quiera decir más
y la eterna poesía regrese
por el agujero del gusano.
E.D.A