Ay, María... Cómo quisiera yo llamarte por tu primer nombre.
Es que no puedo: es que ella me duele.
Es que tú María, sí. Eres la idealizada, la perfección del amor. La epístola misma.
Tu otra \"yo\" me duele. Cómo quisiera yo llamarte por tu primer nombre.
A veces me detesto tanto
Tanto por no poder haberle ganado a la invasiva y aparentemente \"perpetua\" soledad.
A tiempo.
Al tuyo.
Siempre vos un paso adelante, siempre.
Que triste esto de no poder avanzar.
Es tan lindo e hiriente verte crecer.
Me dejas Den... Quiero decir María.
Me dejas poco a poco. Te me escapas de mis brazos y ya no se que hacer.
Sumada a mí trágica, onda y apagada incertidumbre que viene detrás, cargada a mi espalda desde hace años. Desde antes de conocerte.
Y de repente un día como si fuera cierto apareces tú y me das una revuelta en la moral y por sobre todo en la perspectiva de mis agotados y encadenados sentimientos.
Todo estaba oculto.
Siempre estuve ahí.
Hacía falta sí. Hacía falta sentirme amado.
Y no pude amor, ganarle a mi pasado. Poder saberme perdonado por ser ingenuo, joven y arrogante.
Es que siempre estuve solo.
Y como si no fuera cierto caes de la noche vestida de novia abriéndome tu corazón y queriendo entrar al mío. Y yo no sé qué hacer.
De repente despierto enamorado y quiero deshacerte a besos. Pero estás enfrente y los músculos se me atrofian. No puedo subir mi cabeza. No sé pedirte auxilio.
Quiero que me recojas y dejes dormir en tus mejillas, mis pesadas lágrimas.
Solo que no quiero que mi oscuridad se te contagié.
Perdóname amor. Por no poder ganarle a mi pasado a tiempo.
Al tuyo.
Cuando aún estabas aquí.
Siempre vos un paso adelante, siempre.
Me dejas poco a poco. Te me escapas de mis brazos y ya no se que hacer.